Los higos y su presencia en la historia de la humanidad.
Los higos han estado acompañando al ser humano durante miles de años, formando parte importante de nuestra historia gastronómica y cultural.
Investigadores de Israel, han demostrado que el Homo sapiens ya se había iniciado en el cultivo de las Higueras hace más de 13.000 años. Esto ha sido posible, gracias a la datación de un fósil de higo encontrado entre las ruinas de una casa situada en las cercanías de río Jordán.
El higo del hallazgo, no tiene semillas y eso es algo muy poco usual en la naturaleza. Una mutación espontánea que permite que la higuera forme higos sin necesidad de polinización y que ha sido aprovechada por los humanos.
La probabilidad de que ese higo hubiese sido silvestre es casi nula, por lo que con total seguridad, alguien encontró esa higuera con eses curiosos frutos y decidió hacer esquejes obtener nuevas higueras.
Los higos, y el Jardín del Edén.
La higuera o Ficus carica es un árbol frutal citado en numerosas ocasiones en la Biblia y otros textos de épocas pasadas.
El Jardín del Edén, tuvo como primera especie arbórea una higuera. Aunque la manzana se llevó la fama de ser el fruto prohibido, Adán y Eva tuvieron que taparse con las hojas de una higuera al darse cuenta que no llevaban nada encima. Hay quien siembra la duda de que en realidad, el fruto prohibido ¡eran los higos y no las manzanas!.
Grecia, higos para sus olímpicos.
Los griegos consideraban a los higos como una representación de la fuerza y la gloria de los deportistas.
En los juegos olímpicos, para los ganadores, era una honra recibir una corona realizada con hojas de higuera. Además, como recompensa, también eran agasajados con una buena ración de sabrosos higos.
Existía la creencia de que los higos proporcionaban una excepcional energía. No andaban desencaminados ya que es una de las frutas con más calorías.
De Zeus y Semele nació Dionisio uno de los dioses más importantes en la civilización griega y muy unido en sus ritos a la higuera y los higos. En las fiestas Dionisíacas los hombres se paseaban con un pene tallado en madera de higuera y las mujeres llevaban como adornos libidinosos, higos cortados a lo largo.
Dionisio que es llamado Baco por los romanos, es el dios que regaló el vino a la humanidad y nos dejó para nuestra imaginación sus sesiones dionisíacas, o lo que más adelante llamaron los romanos, bacanales!
Roma, Rómulo y Remo y la Higuera.
Cuentan que la ambición de un tal Amulio en su anhelo de conservar el poder, vió en dos recién nacidos, dos gemelos Rómulo y Remo, un obstáculo a eliminar.
Tal y como posteriormente fue el modus operandi de la mafia italiana, Amulio encargó a un sicario la muerte de los dos hermanos y futuros rivales.
Por suerte, el asesino a sueldo no quiso matar a los dos niños. Los metió en una cesta y depositó esta sobre las aguas del Río Tiber. Rómulo y Remo navegaron río abajo hasta que la corriente los deposito a la sombra de un higuera.
Esta es la que se bautizó con el nombre de Higuera Ruminal.
Muertos de hambre fueron localizados por una loba, que en vez de comérselos decidió amamantarlos. Y en esas estaban, cuando un pastor los localizó.
Fáustulo, el pastor, y su mujer, con mucho riesgo para su vida, pues Amulio era su patrón, alimentó y cuido a los gemelos sin que nadie se enterase. Ni tan siquiera los niños supieron quienes eran hasta que fueron mayores.
Lo que sucedió después es que Rómulo y Remo mataron a Amulio y fundaron Roma, pero eso es otra historia!. Lo que entrevemos de este texto es que la higuera está ligada a la nutrición , la abundancia y protección y de alguna manera se introduce en esta historia como símbolo.
Las higueras romanas. Un árbol sagrado.
La higuera donde aparecieron los gemelos se bautizó con el nombre de Higuera Ruminal. Este nombre procede de la diosa Rumina, la que protege a las madres que dan leche a sus crías, tanto humanas como animales.
Esta diosa Rumina, recibía ofrendas en forma de leche en su templo cerca de donde se encontraron los niños.
En Roma había varias higueras que eran muy veneradas y de ellas una principal, situada en el foro, que se consideraba descendiente de la higuera ruminal original.
Cuando en algún momento esta higuera se muere, la reponen con rapidez al mismo tiempo que temen que sea presagio de que algo importante va a suceder.
El higo como alimento en el Imperio Romano
Los higos mantuvieron siempre un importante lugar en la gastronomía romana. Su consumo abarcaba a todas las capas de la sociedad pero tenía una gran importancia para las clases menos pudientes. Así, el emperador Diocleciano habla en su momento de la masa de higos como el alimento más barato en Roma.
Se trataba con gran cuidado para poder conservarlo durante meses. Así, se les quitaba el rabo a los higos, se secaban al sol y luego se amasaban junto con hierbas aromáticas y otros condimentos . A continuación, esta masa de higos se metía en hojas de higuera, bien envuelto. Después, iban para un recipiente cerrado herméticamente y situado en un lugar fresco y seco donde no se pudiesen humedecer los higos.
El desembarco de los higos en América.
Francisco Pizarro es uno de los primeros en introducir las higueras en América. Trató de promocionar su cultivo hasta el punto de animar a que en todas las casas plantasen una higuera.
La iglesia católica también contribuyó a su difusión, siempre había higueras en todos sus conventos.
En Perú se le atribuyó ciertos poderes, a la que llamaban el «árbol de Dios» , decían que hacía huir a los espíritus malignos y atraía la buena suerte.
Hay higos en las tumbas de los faraones.
Suena extraño, pero es así. Los faraones llenaron parte de sus tumbas con higos secos. Pensaban que así se podrían alimentar en la siguiente vida. De hecho, una de sus diosas, Hathor, parecía estar emergiendo de una higuera gigante, desde donde les daría la bienvenida al cielo.
En las pirámides de Gizeh, aparecen los higos en los jeroglíficos. Estamos hablando que ya se consumían ¡hace 5.000 años. !
Los egipcios los tomaban frescos y también secos además de emplearlos como medicinales en algunos problemas de salud.
Cuentan que Cleopatra murió por la picadura de una víbora que venía en un cesto de higos. Hay ciertas discrepancias entorno a este hecho. Algunos historiadores no lo da por cierto, pero a lo que vamos es que se hablaba de los higos en los textos de la época, eran un alimento habitual.
El señor feudal que acabó colgado de una higuera
Quién era Juán de la Meca
Esta es una historia de un hecho que aconteció en Galicia allá por el siglo XVI. El suceso tuvo lugar concretamente en una localidad Pontevedresa que se llama O Grove.
Juan de la Meca, también conocido como el «Meco» era el propietario y gobernador de las tierras de O Grove. ¡Además también era el cura!
Un auténtico señor feudal que no dudaba en ejercer los derechos que le asistían por su posición. Uno de ellos el derecho de pernada. Éste le permitía yacer con todas las mujeres de la villa en el día de su boda. Y los novios a esperar…
Cual fue la causa de su infortunio
A el Meco, le gustaba frecuentar las tabernas. El juego era otro de sus pasatiempos preferidos y un día tuvo una mala partida de cartas.
Un joven que se iba casar en unos días, no hacía más que ganar y ganar. Le brillaban los ojos y la sonrisa le asomaba a los labios.
Juan de la Meca enrojecía de rabia, y en estas, le espetó al novio en ciernes: «tu ríete ahora, que el día de tu boda, seré yo quien me ría con tu esposa».
El enamorado rapaz enfureció, no podía permitir que ese gañán tocase a su futura mujer. En un arrebato de locura y sin pensar, se levantó de golpe. Sin mediar palabra y con gran rapidez, tomo un taburete con la mano y le asestó un duro y acertado golpe en la cabeza.
El Meco sin tiempo a reaccionar, no pudo pararlo, antes de llegar al suelo ya estaba muerto.
La alegría desatada y el Meco a por higos
Al poco rato, a pesar de que aún no tenían whatsap, todo el pueblo estaba enterado de lo acontecido en la taberna.
¡Estallido de júbilo!, estaban hartos de los abusos y miserias provocadas por el Meco durante años, ¡era como una liberación!.
Como no les parecía buena idea darle sepultura a tal energúmeno, llevaron su cadáver hasta un monte cercano. Allí, en el Monte Siradella, lo colgaron de una higuera, para mofa de todo el pueblo y aviso para otros señores feudales.
Lo pusieron cerca de un camino, para que estuviese bien visible para los que entrasen hacia O Grove.
Alertadas las autoridades, entraron en O Grove y reunieron a todo el pueblo en una plaza. Una vez allí les preguntaron quién había matado al Meco. La respuesta fue unánime: Lo matamos todos.
Ante esta actitud, metieron a todos los hombres en la cárcel y al cabo de una semana volvieron con el interrogatorio. Fueron sacando del cautiverio uno a uno y preguntando. ¿Quién lo mató? y de nuevo obtuvieron la misma respuesta: «lo matamos todos».
Y así quedo la cosa, sin castigo para nadie, salvo para el señor feudal que acabo comiendo higos 🙂
Hoy en día a los pobladores de estas tierras se les llama mecos, algo de los que se sienten muy orgullosos.
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